Abeja
Eucera gracilipes
Pérez, 1895
Orden: Hymenoptera
Familia: Apidae
Origen: Endémica
Eucera gracilipes
Pérez, 1895
Orden
Hymenoptera
Familia
Apidae
Origen
Endémica
DISTRIBUCIÓN
Mundial: Endémica de Canarias.
Es más frecuente en la vertiente norte de las islas. Por el sur, ocupa principalmente barrancos de medianías; evita las zonas costeras más áridas.
FENOLOGÍA
IDENTIFICACIÓN
Tamaño: 13 - 15 mm.

Presenta un dimorfismo sexual muy marcado. En las hembras son muy llamativas las escopas, en las patas traseras, formadas por largos pelos de color rojo-anaranjado brillante. El abdomen es corto y ancho, negro y con anchas bandas blancas en el borde de los terguitos, salvo en el primero. La cabeza y el tórax se encuentran cubiertos de una densa pilosidad marrón grisácea. La cara es completamente negra, a diferencia de los machos, en los que el clípeo es remarcablemente amarillo. Éstos últimos se caracterizan sobre todo por sus antenas muy largas, casi de la misma longitud que el cuerpo. Todo el cuerpo, incluyendo el abdomen, está recubierto de abundante pilosidad del mismo color que en la hembra; el abdomen presenta también bandas blanquecinas, pero menos marcadas.

Eucera gracilipes (hembra), en Aeonium urbicum. Foto: Gustavo Peña.

Eucera gracilipes (macho), en Brassica oleracea. Foto: Gustavo Peña.

PLANTAS VISITADAS

Se han registrado visitas a unos 50 géneros de plantas de diferentes familias, aunque manifiesta cierta preferencia por algunos como Echium, Lavandula, Bituminaria o Aeonium. También visita frecuentemente Asteraceae, como Galactites, Sonchus, Carduus o Cheirolophus; otras plantas a las que suele acudir son Euphorbia, Sideritis, Asphodelus, Cistus o Descurainia.

CICLO VITAL

Nidifica de forma gregaria en lugares poco soleados o con arbustos que proporcionen sombra, y con suelos arcillosos compactados. En lugares óptimos pueden concentrarse centenares de nidos. Cada nido consiste en un túnel principal vertical con ramificaciones laterales, que conducen a las celdas de cría. En cada celda la hembra deposita un huevo junto a una mezcla de polen y néctar, como alimento para las larvas. Cuando éstas terminan de desarrollarse se transforman en una pupa que permanece en reposo bajo el suelo hasta emerger como adultos la siguiente temporada. Los machos aparecen en primer lugar y en gran número, y durante días sobrevuelan frenéticamente la zona de cría a la espera de la salida de las hembras, formando auténticas bolas de apareamiento.

Menú