Algunas especies de abejas nidifican en huecos como agujeros en la madera. Este comportamiento les ha permitido viajar como polizones en la mercancías a lo largo y ancho del planeta, por lo que se han introducido de forma accidental en diferentes partes del mundo. En islas oceánicas como Canarias, la llegada de estas abejas exóticas es un problema que va en aumento en las últimas décadas.
Un ejemplo es la abeja de la resina americana, Megachile otomita, distribuida por zonas tropicales y subtropicales de Centro y Sudamérica. Debido al transporte de mercancías desde el continente americano a nuestras islas, esta pequeña abeja ha podido cruzar el charco y establecerse a lo largo de la costa de Tenerife, convirtiéndose en una nueva abeja residente en Canarias. Aunque son frecuentes las introducciones de especies similares en otras regiones, éste es el primer caso documentado de movimiento de una abeja desde el Nuevo continente al Viejo continente.
Hembra de la abeja introducida Megachile otomita. Foto: Carlos Ruiz
Esta abeja, a diferencia de las especies nativas del género, destaca por utilizar resina como material de construcción para sus nidos, lo que le da el nombre vulgar de abeja de la resina americana. En Tenerife se encuentra ya ampliamente distribuida por toda la isla, predominando en zonas costeras, aunque también ya se ha observado en medianías. El impacto de esta introducción en nuestros ecosistemas es desconocido y debería estudiarse detalladamente.
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